ALIEN VS. PREDATOR


Seguramente Alien y Depredador sean junto con Terminator las dos sagas de ciencia-ficcion/terror más conocidas del cine. Unirlas no es ninguna novedad, aunque a más de uno le parezca un recurso de última hora para sacar tajada, se trata de una unión que nació en la segunda parte de Depredador (aparecía un cráneo de alien en una escena) y que dio lugar a dos notables videojuegos y una serie de cómics de bastante éxito.

La novedad consiste en que Paul W.S. Anderson traslada todo ese mundo a la actualidad con un argumento tan atractivo como disparatado. Las industrias Weyland han encontrado una pirámide, la más antigua conocida, bajo los hielos antárticos y decide llevar a un equipo multidisciplinar de científicos junto con unos cuantos expertos combatientes para investigar el hallazgo. La pirámide resulta ser un antiguo templo de adoración a los depredadores en el que éstos producían aliens para satisfacer su famosa afición por la caza. La llegada del grupo de investigadores coincide por desgracia con la visita de una nave de depredadores. Si a eso añadimos que los personajes no pueden evitar toquetear en una pirámide llena de trampas (topicazo al canto) ya la tenemos liada y bien liada.

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La película no es el mojón que muchos han dicho pero desde luego no está a la altura de sus predecesoras. Se trata principalmente de una película de acción que pronto empieza a dar caña al espectador y que como entretenimiento funciona bien pero que nunca llega a más. A diferencia de la última película salida de la mente de Anderson, el megañordo de Resident Evil: Apocalypse, ésta mantiene al menos la dignidad, tanto en lo técnico (está realmente bien hecha) como en lo narrativo.

Anderson, como viene siendo habitual en sus últimas películas, utiliza un reparto totalmente desconocido en el que solo nos suenan Lance Henriksen, el famoso Bishop de la saga Alien, que es en este caso el propietario de las Industrias Weyland que traerían de cabeza a Ripley, y Ewen Bremer, actor inglés encasillado en papeles de raro o «chico colleja». El reparto, encabezado por Sanaa Lathan, está correcto, ni más ni menos, ya que la mayoría de personajes están pensados para que mueran al poco rato y los que aguantan más tiempo se dedican simplemente a ir sobreviviendo a base de tiros, cuchilladas y en último caso, gritos de horror.

Mucha gente ha criticado las dos últimas películas de la saga Alien, que si bien no están a la altura de las dos excelentes obras de Ridley Scott y James Cameron, son correctas, en especial la infravalorada Alien 3, que es una estupenda película, más aún tras el nuevo montaje que hay en DVD con el que muchas cosas cobran nuevo sentido, y que gana con cada visionado. Algo similar aunque a menor nivel ocurre con Depredador 2, que tiene un comienzo demasiado brusco y un desarrollo con menos suspense del requerido, pero que consigue entretener y hacer una curiosa mezcla entre película policíaca y de ciencia-ficción. Alien vs. Predator está por debajo de estas películas básicamente porque Paul W.S. Anderson piensa que una película es un videojuego y al igual que en éstos hay que empezar pronto con el «mata-mata». Salvo Horizonte Final, una estupenda película de terror, el resto de sus películas son un recital de mandobles y piruetas variadas que van de lo entretenido (la primera Resident Evil) a lo realmente vomitivo (Mortal Kombat, Soldier). Al menos en este caso la película no llega a ser estúpida, con eso no digo que sea inteligente, pero al menos uno no sale con la sensación de haberse tragado una caca gorda.

En fin. Alien vs. Predator entretiene, está muy bien técnicamente, lo que hará las delicias de los amantes de los efectos visuales y de maquillaje, pero desde luego decepcionará a los que hayan visto las películas anteriores de estas dos notables sagas.

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