LA PASIÓN DE CRISTO


Antes que nada he de decir que siendo ateo e ignorante en materia religiosa es posible que diga alguna burrada o algún sinsentido, así que pido disculpas de antemano por cualquier tontería que pueda decir, que luego ya se sabe que con estos temas se te echa la gente al cuello y no es mi intención ofender a nadie.

Bien. Mel Gibson, ese tipo tan especial, nos ha demostrado con su última película la madera de la que está hecho, sin duda. Nunca ha sido un secreto que él es un ultracatólico y ultraconservador de pura cepa, pero por si a alguien le quedaba alguna duda nos trae de su mano la versión más purista que se ha rodado sobre la vida de Jesús, o más bien de sus últimas horas. No lo digo por decir, el hecho de rodar la película en las localizaciones reales donde sucedió todo, el rodarla en latín, hebreo y arameo y el tener como objetivo «cristianizar» o devolver la fe a todo el mundo posible a la vez que dar muestra de su devoción son hechos que el mismo confirma.

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La Pasión de Cristo, como película, es un trabajo de imagen impecable, emocionante, con grandes interpretaciones y una banda sonora de las buenas. Pero a la vez tiene varias cosas que no la hacen redonda como el poco diálogo, la lentitud de la película (no excesiva pero notable) y para mucha gente la violencia de las imágenes.

La película comienza en el huerto de los Olivos (no lo sé, lo he buscado) donde Jesús reza ante la mirada de Pedro y Juan y mientras Judas lo delata. Mientras los fariseos van a por él Satanás trata de hacerle desistir. Una vez apresado, cosa que ocurre a los 15 minutos de metraje, Jesús empieza a recibir golpes por todos lados, es escupido, humillado, flagelado y por si fuera poco entre paliza y paliza le llevan de un líder a otro (Poncio Pilatos y Herodes) para ver si ellos se deciden a condenarlo a muerte. Una vez condenado le ponen la corona de espinas, bien clavadita y le dan la cruz para que la lleve mientras le dan de latigazos, hasta donde finalmente será crucificado. Todo ese trayecto quizás sea lo más pesado de la película por largo, lento y repetitivo viendo caer a cámara lenta una y otra vez a Jesús al suelo chorreando sangre.

Jim Caviezel (El Conde de Montecristo, La Delgada Línea Roja) es quien da vida a Jesús, un papelón que le va como anillo al dedo por su parecido físico (al menos acorde con la iconografía de la iglesia), por su edad durante el rodaje (sí, tenía 33 años) y porque al igual que Mel Gibson, es un hombre de profundas creencias católicas, muy conservador y muy carca para muchas cosas. El tío lo borda. La otra intérprete destacada es Maia Morgenstern, una actriz rumana totalmente desconocida para el gran público y que da vida a María. Ella es capaz, a diferencia de la mayoría de los actores de la película, de ponerte un nudo en la garganta sin decir una palabra ni montar dramas gritando y berreando como una loca. Luca Lionello, que da vida a Judas, y Rosalinda Celentano, que interpreta a Satanás, también destacan sobre el resto del reparto, que se limita a poner cara de compungido o de sádico según el bando al que pertenezcan.

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Luego están los dos temas de la polémica que están siendo a la vez la cruz y el fruto del éxito de la película. Uno de los temas es la violencia, de alto nivel durante toda la película pero con dos momentos especialmente destacados: los latigazos (al principio con varas y luego con látigos de varias cabezas en los que hay cuchillas que actúan a modo de picadora de carne, y se ve) y la crucifixión (clavos chorreando sangre, sonidos de salpicaduras y goteos de la misma, desencajamiento de hombros y zarandeos sobre la cruz). Posiblemente estas escenas se encuentren entre lo más gore y desagradable de la historia del cine junto con la paliza a Joe Pesci en Uno de los Nuestros, la muerte de Braveheart (de nuevo Gibson detrás de la cámara) o el apuñalamiento de Salvar al Soldado Ryan, y es que lo gore no va tanto en la sangre, que también es importante, sino en el desagrado que produce dado su realismo, y en esta película es extremo. Parece que Gibson es aficionado a esto ya que cuando interpretó a Hamlet en el cine aconsejó a Ian Holm como interpretar su muerte de forma convincente basándose en su observación de cuando mataba cerdos en su granja para desestresarse tal y como publica este mes la revista Cinemanía.

El otro tema es el del antisemitismo. Yo no sé, como ya he dicho soy un ignorante en el tema, si en la Biblia todo se cuenta de este modo, pero sí que he visto la película. En la película, el 90% de los judíos, encabezados por los fariseos están deseando linchar a Jesús y no paran hasta que lo consiguen, un 10% llora o le intenta ayudar, Poncio Pilatos aparece como un tipo con actitud «a mí no me metáis en esto» y Herodes es una especie de putero, amanerado, travestido y borracho que también se quita el problema de encima, el resto de los romanos son unos mandados y unos sádicos de cuidado. En definitiva, los judíos, como no se creen que Jesús sea el Mesías deciden crucificarlo y Pilatos, para evitar que se lo coma el pueblo, les ofrece liberar a Jesús o al asesino Barrabás mientras se quita la responsabilidad de encima. Los judíos eligen a Barrabás, que evidentemente no da crédito y se mofa de la situación. Así que por mucho que Mel Gibson haga como Pilatos en la peli, queda bastante clara su opinión sobre quien condenó a Jesús (el propio Jesús dice en la película a Pilatos que el tiene menos culpa que quienes le han condenado). Yo, como no sé si esto está en la Biblia, no sé si es una interpretación del tito Mel o no.

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En definitiva, al margen de polémicas y creencias, La Pasión de Cristo, como película, es un trabajo muy correcto en lo técnico, emotivo, muy violento (algo que afectará más o menos según el gusto y la sensibilidad de cada uno) y algo lento durante el trayecto previo a la crucifixión.

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