BUSCANDO A NEMO


Esta es la última película que los estudios de animación Pixar han hecho para Disney. Como ya viene siendo habitual en las películas de Pixar, Buscando a Nemo está hecha para gustar a los adultos a pesar de que el público infantil es su principal objetivo. La película nos cuenta la historia de Marlin, un pez payaso que tras perder a su mujer y a todos sus hijos (excepto uno) a manos de un depredador se vuelve un auténtico cobarde y un paranoico. Cuando su único hijo, Nemo, crece como para ir a la escuela, Marlin lo lleva, pero sobreprotegiéndolo, lo que hace que Nemo acabe desafiándole saliendo a mar abierto, y es entonces cuando unos hombres lo capturan para adornar posteriormente una pecera. Marlin en ese momento debe hacer frente a sus temores para salvar lo único que le queda en el mundo, su hijo. Durante su travesía, como corresponde a estas películas, Marlin hará nuevas amistades (la excelente Dory a la que da voz Anabel Alonso es lo más destacado) y correrá mil aventuras.

La película puede no sorprender tanto como las anteriores porque ya no es ninguna novedad ver esta clase de animación, lo que no resta espectacularidad al filme, así, lo que realmente destaca es un guión con cantidad de personajes y escenas muy bien elaboradas. La película es divertida con algunas escenas especialmente graciosas, dura el tiempo justo y mantiene el nivel de «ternura pastelera» en su sitio.

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Esta clase de filmes no son los que más me entusiasman aunque me hacen pasar un buen rato y desde luego está claro que es la candidata principal a llevarse el Oscar® a la mejor película de animación, donde solo pueden hacerle un poco de mella la francesa Bienvenidos a Belville o la japonesa Millenium Actress.

Lo malo de ver películas de este tipo, no es la película en si, sino el público que va a verlas, es decir, niños que no paran de hablar y preguntar «¿Dónde está la madre?» «¿Qué le pasa a Nemo?» (con sus respectivos padres que no les mandan callar aunque los niños se estén pegando patadas) y lo que casi es peor, personas supuestamente adultas que sufren un retraso mental durante estas proyecciones y se ríen por cada cosa que ven en pantalla, aunque sea la tontería más insulsa del mundo. Pero eso es otra historia que habrá que comentar en la sección de reportajes más adelante.

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